• La actividad humana y el uso de combustibles fósiles, entre las causas: Paulina Ordóñez Pérez, del Centro de Ciencias de la Atmósfera. • Sugiere modificar hábitos de vida para disminuir contaminación.
UNAM-DGCS-921|Ciudad Universitaria|08:00 hs. 29 de octubre de 2020. En los próximos años se espera que, en general, se rompan récords de temperatura en el mundo, porque algunos de los gases de efecto invernadero que contribuyen al calentamiento global tienen una vida media muy elevada en la atmósfera, advirtió Paulina Ordóñez Pérez, investigadora del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA) de la UNAM.
Se registrará también mayor cantidad de eventos extremos, más olas de calor, sequía en unos sitios e inundaciones en otros, incendios forestales, y los ciclones y huracanes que toman su energía del calor del océano –que también es cada vez más elevada–, serían más intensos.
“Y ya lo estamos viendo, ya está ocurriendo, como la ola de calor de California del mes pasado, o las elevadas temperaturas en Europa, Siberia y algunas partes del hemisferio sur”.
La científica recordó que el pasado, fue el septiembre más cálido desde que hay registros; es decir, desde la era preindustrial, hace 140 años. Pero no sólo eso, sino que en los últimos años hubo septiembres por encima de la media.
Llevamos alrededor de 40 años por arriba, nunca por debajo, “y curiosamente en septiembre cada vez hay temperaturas más y más altas, y cada año se rompe el récord del año anterior. Este 2020 ha vuelto a ocurrir. Esa es la tendencia creciente y es lo anómalo”, alertó.
Lo natural sería, prosiguió, la existencia de fluctuaciones, años más cálidos o fríos, por encima o debajo de la media, “pero en este caso se van superando récords y en las últimas décadas las temperaturas son cada vez más elevadas”.
La especialista expuso esa situación tiene que ver con el calentamiento global de la Tierra; no hay duda. Aunado a ello también influyen las oscilaciones o variabilidad natural del sistema climático.
En ese sentido, Paulina Ordóñez explicó que existe un fenómeno denominado oscilación multidecadal del Atlántico, por el cual las temperaturas oceánicas siguen un ciclo de una duración total de 70 años; a lo largo del periodo se registra un máximo y un mínimo de temperatura en el mar.
“Ahora mismo está en su fase cálida y eso también influye; se ha demostrado que esa oscilación contribuye a que el verano sea más largo, que empiece antes y termine después. Eso contribuye a que haga más calor de lo normal”, precisó.
Eso ocurre a pesar de que también se registra La Niña, es decir, la fase fría del fenómeno El Niño –Oscilación del Sur o ENSO–, que normalmente contribuye a que haya temperaturas menos elevadas en el año en que se presenta.
De esta manera, se puede esperar que este año sea más caluroso que 2019, y si no, el 2021; y así, sucesivamente.
Y agrega Paulina Ordóñez: “Aunque dejáramos de emitir drásticamente contaminantes a la atmósfera, ahí siguen los que hemos arrojado durante décadas; tendríamos que esperar a que se eliminen. La mala noticia es que tampoco se espera que disminuyan las emisiones de gases de efecto invernadero en los próximos años”.
Por ejemplo, la vida del bióxido de carbono (CO2) es larga, permanecerá en la atmósfera durante cientos de años y continuará con el calentamiento del planeta por décadas.
Este año los contaminantes disminuyeron debido a la pandemia sanitaria, pero se trata de una interrupción puntal de las emisiones. Se estima que en primavera, cuando la mayoría de los países estaban confinados, se emitió 20 por ciento menos de CO2 a escala global, y se calcula que al final del año será de aproximadamente siete por ciento menos, en total.
Sin embargo, aunque las emisiones de primavera fueron más bajas, las concentraciones de verano tuvieron registros más elevados que en el mismo periodo del año anterior, aclaró Ordóñez.
Para la especialista, el confinamiento no es una solución. La salida para este problema global es que la economía no se base en la quema de combustibles fósiles.
En la solución del problema la sociedad juega un papel fundamental. “Podemos elegir tratar de ser más responsables en nuestro consumo y en nuestro modo de vida; podemos usar transporte público, generar pocos residuos y separarlos, apagar las luces que no usamos, y en lugar de usar calefacción, ponernos o quitarnos un abrigo. Debemos tomar conciencia”.
Los gobiernos deben poner los medios para lograr la meta, por ejemplo implementar transporte público eficiente y de calidad. Todos tenemos y debemos contribuir; si no, es imposible, enfatizó la universitaria.
Respecto al avance de las energías renovables, señaló que está distribuido de manera desigual en el mundo. La Unión Europea es líder en su uso y en contribuir a la lucha contra el cambio climático, pero incluso dentro de esa región hay diferencias entre países.
En el caso de México se aprovecha, en especial, la energía hidroeléctrica; sin embargo, desde el punto de vista de cambio climático es necesario potenciar el uso de energías limpias.
“Si tenemos tan clara la causa de lo que ocurre, es decir, nuestro estilo de vida y el uso excesivo de energía, lo podemos solucionar. Aún habría tiempo, pero hay que actuar ya y rápido. No obstante, no estamos haciendo lo que se debe”, concluyó.